Esto se acaba.
Parece mentira, pero es así, o
eso creo al escribir estas líneas al menos.
Como dirían otros al tratar sobre
los fichajes de turno, solo quedan unos flecos…
Pero sí, se acaba, ya me
atrevo a decir que es la última fase de la obra, aunque no sea capaz de
numerarla. Pero… ¿qué coño importan los números aquí?
Bueno, en este recorrido
también tuvieron su importancia pero me aburre hacer cuentas.
Sobre todo a estas alturas.
Sobre todo si quedaron pendientes.
Y alguna volvió a quedar, no
nos engañemos.
Habrá que hacerlas después también
para ver que envoltorio le ponemos a todo esto, pero esa es otra cuestión ya.
Lo importante es que esto se
acaba.
Y que cuando así sea, me
sentiré orgulloso más por el hecho que por el resultado incluso, aunque eso hay
gente que jamás podrá llegar a entenderlo… pero da igual, brindaré por ello.
Y se acaba lo que tiene
relación directa con lo importante, es decir, con las canciones.
Lo demás en definitiva es atrezo,
y está muy bien, pero hablamos de música, creo.
Aunque acaba porque llega un
momento que tienes que decir “basta”, simplemente.
De lo contrario seguiríamos
dando vueltas a si todo lo que hemos dejado ahí tiene su justa medida o
sobrepasa con creces lo necesario… por ejemplo.
Una grabación por etapas o
fases conlleva unos riesgos que no se valoran en principio, que no se eligen si
me apuras, y por supuesto que no aparecen cuando las fechas están marcadas a
fuego en el calendario.
Pero se acaba, hay un once.
Y desde que lo hay más bien,
es decir, desde que decidí que no quería jugar con 10 ni valía con 12 y que las
que estaban en ese momento eran las que tenían que ser y ninguna más, ha pasado
bastante tiempo, o esa es la sensación al menos.
Supongo que tiempo suficiente
para alterar algunas cosas, para esperar otras, para perder a unos y recuperar
a otros, rememorar alguna situación pasada, experimentar otras de la nueva vida,
hacer bueno aquel máster en paciencia, hacerme un poco mayor también…
Algo habrá cambiado, desde
luego, pero no sé si tanto como para que dar cobertura a una canción que ya
respiraba hace casi diez años no tenga sentido.
Se admiten apuestas amigos, que
viva la intemporalidad!
Hasta que no salgan buena
parte de las que se quedaron sin corte en los discos que no hice en su momento natural,
algo seguirá clavado, aunque esa es otra historia.
Dejando a un lado las miradas
por el retrovisor, en realidad creo que todo empezó a forjarse entre aquellas Piedras. Para que negar que volví a
tropezar en alguna de ellas también…
Después tuve alguna Corazonada, aposté casi a Doble o nada, me sentí Culpable otra vez, acabé instalándome
en la Rutina, decidí buscar Tesoros también, pude ver el estrecho
paso entre Ángeles y demonios, me
perdí con Madelaine y las herencias
invisibles, reparé Algo de mecánica y algún rasguño, volví a tirar
Desmarques imposibles jugando casi
siempre de espaldas al marco, intimé hasta el infinito con el Señor Dudas, y por último, dejé de
pensar en zapatos rojos para hacerlo en Zapatitos,
que es lo que toca.
Así que esto es en definitiva
lo que se acaba.
Salgo del estudio con una
media sonrisa.
La que me permiten esos
hierros que se hacen hueco en la parte inferior de mi boca.
Miro al cielo, el viento me
corta la cara, pero incluso en la comparativa se agradece.
Una luna en modo balón de
reglamento llena toda la 110 de vuelta a casa.
Si no paro donde Marcial a
tomar algo, llego a leer un cuento al nene.
Patsy Cline se ha subido en la
segunda curva y me susurra al oído aunque no va a conseguir vencerme, pero
mejor la dejo en el desvío hacia Valdeprados.
Esto se acaba, sí, pero tal
vez solo acaba de empezar… otra vez.
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