lunes, 18 de febrero de 2019

Madrugada uno tras el JB.


Vuelvo a casa, me preparo algo, y recuento los mensajes que en un número sin precedentes acumula el círculo verde en la pantalla del teléfono... inabarcable a esas horas y en todo el día siguiente casi…


Me quito por fin la camisa elegida, huele a tensión, tablas, abrazos y mezcla de sudor con ´Wild Country´ de Avon. Si lo mezclo todo sale pólvora.
Madrugada  después del JB. Es complicado conciliar el sueño después de cualquier cita, pero tras una noche como esa lo es aún más, aunque estés rendido, agotado y de alguna manera como vacío por dentro. Entre toda la película de esa larga etapa vuelve alguno de los errores no forzados, demasiados en mi debe por más que no trasciendan en su mayoría ante el respetable, y que se repiten de la misma forma que el fallo a puerta vacía en la cabeza del goleador de turno.

Hemos jugado, sí, apostado, arriesgado... teniendo claro que igual no era el mejor momento pero también algo así como un ahora o nunca.
Solo quería agradecer a todos los que estuvisteis allí que fuerais parte de esa noche inolvidable ya, espero como os dije en el inicio, también para vosotros.
Al final Morfeo me acurrucó en la silla de la cocina sin terminar la enésima infusión para la voz de estos últimos días, aunque ya no importaba, repasando el equipazo con el que había planteado y tenido la suerte de contar haciendo de entrenador-jugador o algo parecido, redibujando tal vez el sistema en una pizarra imaginaria…

A todos, los que estuvisteis allí y algunos que por circunstancias no pudieron pero al menos lo intentaron, muchísimas gracias!