sábado, 20 de marzo de 2021

La emoción en sus manos

 

Decía el maestro Antón García Abril que “la ilusión de un compositor, y si no es así es que no es compositor, es que su música se interprete y se comunique a sus semejantes, que perdure en el tiempo”. Bien, no será por ese humilde guiño de madrugada entre unas teclas sobre las que me cuesta un triunfo deslizar los dedos, pero es que entre las mismas ya lo intentaba yo cuando esas manos se correspondían con su tamaño, y no he podido evitarlo.

Contaba muy atinado Carlos del Amor en el cierre del Telediario la otra noche dando ya una última vuelta de tuerca sobre la noticia de su pérdida, que era escuchar la sintonía de Anillos de oro en la cocina y salías pitando hacia el salón…

Bueno, pues uno, que es de esos que también va teniendo una edad, a la tercera semana ya no le pillaba en la cocina, sino arrodillado sobre esa alfombra verde ochentera por la que rodaron tantos coches mientras esperaba que esos anillos empezaran a caer por la pantalla de aquella GRUNDIG Super Color, aunque por supuesto, con el único fin de escuchar otra vez esa melodía para intentar perseguirla después a través de ese nuevo “juguete” en el que se había convertido mi querido ´Casiotone´.

Y así, como un juego, mientras se sucedían las series o películas por las que diseminaba su particular impronta a través mayormente del filtro que suponían las 625 líneas, ese hombre fue dibujando un mapa sonoro sin apenas darme cuenta con el que pude volver mucho tiempo después para encontrar algunos tesoros del todo emocionantes o simplemente, entender el porqué de ciertas cosas…

Y todo eso sin la necesidad aparente de llenar estantes con volúmenes que agruparan sus obras, o encontrarlo en listas y publicaciones de esas en las que uno irremediablemente empezaba a buscar cierta identidad entre el consumo de sus favoritos.

Para terminar, y por supuesto sin ningún ánimo de especializarme en obituarios, si en verdad la música es el arte que representa el alma y la emoción esa huella que nos gustaría dejar, creo que el “maestro” se ha podido ir realmente satisfecho y en paz.