jueves, 15 de junio de 2023

Second half

 

Fin de temporada, por fin…  

La sensación es que llega uno pidiendo la hora, como ese equipo que gana por la mínima y le añaden algo más de cinco minutos en el descuento. Y eso sin contratiempos y buen sabor general, que no ha lugar a entrar en pormenores.

Así que seamos objetivos y que se aleje esto de cualquier cosa que parezca una queja, ya que es posible que en menos de un mes lo estemos echando en falta. Al menos los chicos, que las adicciones no saben de edades, o cada vez menos.

Porque lo de los padres ya es otra cosa, claro. En realidad, esto va dedicado a aquellos (puede que los menos tal vez) que sufren tanto o más casi de lo que disfrutan viendo a sus hijos sobre la cancha. Esos muchos, que no tienen un “jugón” en casa y se esfuerzan por intentar ayudar a que su hijo mejore en lo posible, pero sobre todo, a que disfrute del camino y no se sienta inferior a nadie.

A estas alturas aún tempranas para algunos, “el trabajo” por mucho que diga el Cholo no suele pagar, o al menos no da para más que cromos y una pizza en el Domino´s de vez en cuando como refuerzo, por más que la ilusión vuelva a intentar hacer un dribling a la realidad en la siguiente jornada.

Competir significa exponerse, desde luego, algo parecido a lo que supone publicar, tal vez.

Pero hay un rollo demasiado cainita en muchas ocasiones con esto de los niños y el balón, y no deja de ser un caldo de cultivo de patio de colegio que subyace al margen de los clubes y ciertos valores que algunos se esfuerzan por inculcar o abanderar incluso.

 

Este pasaje en realidad solo es reflejo de un momento desequilibrante entre dos semanas en las que la lluvia tomó parte del juego también, y ayudó en cierta forma a remover y arrastrar sensaciones que van más allá de lo que propone cualquiera con un balón sobre el terreno.

De repente miras al calendario y te das cuenta de que se ha escapado medio año, y que tus propósitos más sinceros se difuminan a la vez que resisten mediada ya esa parte de la vida en la que la energía empieza a brillar en ocasiones por su ausencia.

Recoger esto así, de una manera tan arcaica e inesperada, tan urgente e imperfecta, tiene que ver con revelarse ante todo eso de alguna manera.

Si no puedo dar forma a otra colección de canciones ni soy capaz de decidir por dónde o con quién tirar con ellas, pues me quedo con este esbozo que no tiene mucho que ver con nada de lo acumulado y al menos preservo su frescura, como la que deja esa lluvia por las aceras o el campo tan a falta.

Mantengo que, en lo posible, las canciones habría que intentar recogerlas así, como el sonido del trueno tras el relámpago, sin revolver demasiado en la búsqueda de cierta excelencia.

Algo así como esa afirmación de que lo mejor casi siempre es enemigo de lo bueno.

Pero a pesar de todo, algunos tenemos que apuntar ahí para simplemente dejar algo aseado.

 

Podría haberlo estirado algo más, al igual que este texto, pero ya es suficiente.

Para qué hacerlo si probablemente la mayoría no habrá pasado del primer párrafo o llegado a él…

“Second half” no propone prórroga y menos aún penaltis porque en apenas dos minutos uno tiene la sensación de haber puesto sobre el terreno todo lo que tenía que contar.

Podría haberlo estirado fácilmente, con una parte melódica alternativa tal vez que me llevara de nuevo a repetir el último verso, pero mejor que te digan “se me hace corto” o “más bien parece la primera parte de algo que está por venir...” por ejemplo. 

Aunque tampoco pasa nada si no te dicen. No es el fin. Cuando uno le pega con intención, con alma y vida aunque sea desde casi el centro del campo, busca más que el gol casi evitar la indiferencia, aunque sea en un partido de "Hijos vs Padres".

Por otro lado, a veces, por extraño que parezca para algunos, la lengua madre no es la ideal para sacar a pasear determinadas sensaciones o sentimientos con forma de canción.

A pesar del esfuerzo por recuperar cierto pulso con el inglés, se dio natural. Un vistazo casi de reojo al retrovisor me llevó veinte años atrás, cuando escribía canciones para una chica británica llamada Caroline que cantaba mejor que yo de largo. Pero bueno, esa es otra historia.

Sin ningún género de dudas, lo mejor de todo esto es que ha vuelto a llover, por más que el domingo Himar González vestida de rosa estival anunciara de forma acertada el final del oasis para mitad de la semana.

El verano es una amenaza real más allá de las urnas, sí, y está a la vuelta de la esquina.

Que lo disfruten, y si tienen que elegir, pierdan esos dos minutos con lo que suena al menos. Más que nada por si lo que se ve les hace coger distancia casi de inmediato.