Mis mejores deseos casi siempre reverberan alrededor de
la música.
Se va otro año en el que dentro de mi particular orden de prioridades estaba grabar algunas canciones con la intención de que más allá de la escucha compartida, se pudieran llegar a tocar, oler o mirar también… Eso que casi nadie hace ya, o que apenas se lleva. Y tiene uno la sensación por momentos, aunque vuelva a referirme al año que aún nos ocupa, que se va demasiado rápido para casi todo eso que tenía por medio. Para llegar “a tiempo”.
El otoño, tantas veces oasis, tampoco fue esta vez lo mismo y ni siquiera sirvió para enderezar el rumbo o recuperar la energía perdida con el final del verano. Y eso que ha llovido lo suyo. Pero bueno, cada uno lo contará según le venga y estoy seguro que los habrá mirando al reloj para descontar los minutos que den esquinazo a este impar, como si cruzando esa meta todo fuera a ser distinto. Los que medimos el año con el comienzo de curso, con septiembre y todo lo que prende alrededor, lo sentimos de otra forma probablemente.
Pero sí, es el último viernes del año, y muchos pensarán que vamos un poco tarde, aunque esto tampoco tiene demasiado que ver con los bombardeos de canciones en modo felicitación navideña que inundaron los terminales por redes y demás en estos días. Se trata de hacer música para mantener el pulso entre la ilusión y la enésima pérdida de la inocencia, por ejemplo. Por tener la mejor excusa, aunque sea casi por encargo, que te obligue en definitiva a no poner nada por delante. Por compartirla además con "la mejor versión" que conoces de ti mismo.
Hacer música con tu chaval es jugar con ella, al menos de momento. Ocupar el espacio que van perdiendo los juguetes y sembrar para que no ganen siempre las pantallas. Ese "play the piano", expresión utilizada en la mayoría de lenguas occidentales con términos diversos que intentas llevar lo más lejos posible, aunque sea por carreteras secundarias.
No conocía esta canción hace un par de semanas, pero decidirse por ella tampoco ha sido lo que más ha costado. Hay tantas que nos hubiera gustado firmar... Los americanos del norte son reyes en estas lides pero no he conocido a un canadiense malo. Aún así, la cosecha propia que se acumula y no tiene tanto que ver es prioridad siempre, aunque te espera con otra mirada. No es fácil de entender para algunos, pero da igual.
Hay canciones arrinconadas que suenan a esa pregunta que no se hizo a tiempo. Al paso del mismo asumiendo los peajes. Al efecto desequilibrante que introduce la distancia. A las conversaciones que nunca se dieron sobre el tablero. A la nostalgia sin perderse demasiado en el pasado porque entre otras cosas la búsqueda, en su sentido más amplio, tampoco lo permite. A momentos que si dejas pasar tal vez no vuelven, o solo pueden hacerlo en forma de canción, atemporal por suerte en cualquier caso.
En fin, que podría seguir y afinar algo esa mezcla, tratar de estabilizar alguna que otra imagen, o añadir por aquí otro párrafo… Pero todo sería igual de imperfecto. Y es lo de menos, o lo bonito tal vez.
Solo la música que no te toca de una u otra forma, llega tarde o pasa de largo.
Así que, con los mejores deseos o esos míos por delante al menos,
Salud y canciones.